Andrés F. Cortés Medina:
Conflictos Sociales en los Siglos XVI y XVII (1550-1660)
Podemos dividir las sublevaciones populares, desde un punto de vista hipotético inicial, en tres grupos principales:
Revueltas urbanas.
Revueltas Campesinas.
Bandolerismo Social.
En un segundo plano de subdivisión, habría que tener en cuenta que las condiciones geográficas y sociales de la Europa Oriental, dan lugar a pensar que el significado del carácter de las rebeliones de esa zona difiriese a grandes rasgos, del de las correspondientes a la Europa Occidental.
En última instancia, resultaría conveniente establecer una división cronológica a grandes rasgos, ya que a lo largo de estos dos siglos no hay una unidad patente, en consecuencia, en torno al año 1600 se marcará la división: (1550-1600) (1600-1660.
Un hecho contrario a la falta de unidad del desarrollo de las revueltas populares, sería la división de Revueltas Campesinas y Urbanas. Es aquí donde el factor económico y social justifica este razonamiento. Hay que tener en cuenta que la ciudad y el campo mantenían a menudo relaciones muy estrechas, que los habitantes de la primera tomaban una parte notablemente activa y rectora en las llamadas sublevaciones campesinas, y que los trabajadores agrícolas constituían una fuerza poderosa en el descontento de las ciudades.
Idéntica consideración se puede aplicar al bandolerismo, al cual siempre se le han dado las connotaciones de fenómeno rural. Cabe considerar que aunque los bandoleros operaban siempre en el campo, con mucha frecuencia procedían de las ciudades. Otra evidencia clave para comprender que ciudad y campo no se dejan separar fácilmente. Los que en Julio ayudaban a recoger la cosecha, en Diciembre paseaban por las calles de la ciudad: estos hombres, el proletariado de jornaleros estacionales, en términos generales, pertenecían por igual a la ciudad y al campo, y eran el elemento esencial a la hora de verificar los movimientos sociales de uno y otro.
A la hora de establecer una división de las revueltas en períodos cronológicos, el resultado es igual de inconcluyente, lo que de inmediato resulta en cierto modo arbitrario, pues, en todos ellos se pueden encontrar tantos factores comunes que imposibilitan trazar unos períodos fijos.
Sin embargo, existe cierta pauta de distribución en la frecuencia de las revueltas, en cuanto que los años de hambre eran siempre años de descontento. Cabe tener en cuenta que entre 1550 y 1680 la peor crisis que padeció Europa se produjo en los años 1594 y 1597, época de gran escasez que ocasionó graves quebrantos en todo el Continente. Dentro de este medio siglo, el período de apogeo de las rebeliones populares se dio de 1595 a 1597. Entre 1600 y 1660, la peor crisis alimentaria se produjo en 1647-1649. Por la misma lógica de las circunstancias, el año 1648 fue testigo de una explosión de quejas populares a todo lo ancho del Continente.
Revueltas de la Segunda Mitad del Siglo XVI (1550)
No es fácil aislar los años siguientes a 1550 de aquellos otros de la <
No obstante, la cuestión más significativa que unificó las revueltas campesinas del siglo XVI tardío fue la de los diezmos. Pero también en algunas zonas, la conjunción de un movimiento antidiezmos y otro anti impuestos puede parecer fácilmente comprensible, si se interpreta como una protesta genérica contra todos los tributos, aun así, no fue corriente. Con mayor frecuencia era la religión y el anticlericalismo, lo que suscitaba protestas contra los diezmos eclesiásticos. De modo que, un movimiento antidiezmos puramente secular, sin ir acompañado de protesta alguna contra otros tributos, resulta relativamente difícil de explicar.
Bibliografía:
Historia del mundo moderno. Vol. 1, Entre el Renacimiento y la Revolución Francesa. Barcelona: Océano, 2000.
La Guerra de los Treinta Años. Geoffrey Parker. Barcelona: Crítica, D.L. 1988.
La Guerra de los Treinta Años. Livet Georges. Madrid: Villalar, 1977.
Crisis en Europa: 1560-1660 / John Bossy...[et al.]; compilación de Trevor Aston ; introducción de Christopher Hill. Madrid: Alianza, 1983.
Europa en el siglo XVI / H.G. Koenigsberger, George L. Mosse; traducción del inglés por Juan García-Puente. Madrid: Aguilar, D.L. 1974.
Marta Fúster Fernández:
La Movilidad social en los siglos XVI y XVII
El movimiento ascensional de las clases medias fue un fenómeno incuestionable en la Europa del siglo XVI. La última parte del siglo XVI y la primera del XVII fue un período de rápida movilidad social.
En países como Inglaterra y Holanda la burguesía urbana adinerada fue muy importante, debido a que el capital utilizable solo se podía obtener de este grupo social. En 1560 en Dinamarca, las clases mercantiles todavía se autodefinían en una petición como “ramas humildes que dan sombra a Vuestra Majestad y a la nobleza de Dinamarca”. Sin embargo, en 1658 la burguesía de Copenhague solicitaba claramente el “acceso a cargos públicos y privilegios en las mismas condiciones que los nobles".
La burguesía podía ascender en la escala social en sólo una generación. No obstante, los niveles más altos de la sociedad francesa seguían estando muy dominados por la idea de casta, y, tierras y cargo, junto con la espada, constituían los requisitos previos del éxito. Habitualmente no era suficiente con el cargo y las tierras, y para conquistarse el derecho a entrar en la casta establecida un burgués afortunado tenía que demostrar que era capaz de “vivir notablemente”, llevar un cierto estilo de vida y practicar la profesión más típica de la casta: la guerra.
Las clases medias de la ciudad y del campo iban a engrosar las filas de la gentry (se refiere a una clase social, inicialmente británica, integrada por la nobleza de tipo medio y bajo, y los hombres libres terratenientes). Dos corrientes principales alimentaban este proceso, la de los labradores prósperos del campo, y la de los mercaderes ciudadanos que compraban tierras. En el caso de los primeros fue sin duda la movilidad de la tierra lo que facilitaba la movilidad social. Propietarios independientes se beneficiaron del valor aumentado del suelo, y como clase es probable que su riqueza media se duplicara entre 1600 y 1640.
La tierra era un factor muy importante para la movilidad urbana. En Inglaterra la tierra era un aliciente de la movilidad, no obstante, frecuentemente no era nada más que el último campo en la escala social, y tampoco dejaban sus negocios las familias que la obtenían.
A principios del siglo XVII hubo un claro movimiento descendente a lo largo de la escala social. A los nobles les mortificaba ver sobresalir en la vida pública a recién llegados cuyo único título era la riqueza. A los mercaderes les preocupaba que tantos de sus colegas desertaran de la profesión para adoptar las costumbres improductivas de la aristocracia.
En las Provincias Unidas el logro de la independencia nacional dejó a la burguesía con un control firme de la situación. En términos históricos, la burguesía siguió dominando en la Provincias Unidas porque sus intereses comerciales le habían hecho apoyar la lucha contra España.
Las leyes suntuarias eran el método más empleado a la hora de mantener el orden jerárquico y poner freno a la movilidad, pero los holandeses se veían relativamente libres de ellas. En el resto de Europa las pretensiones de las clases medias se hallaban sujetas a legislación y comentario. Finalmente, el fracaso de las leyes suntuarias vino a ser una demostración más del triunfo mundano de las clases medias.
Se podría calificar a Inglaterra y la República Holandesa de modelo de estados burgueses, en cuanto que en ellos prevalecía el espíritu de empresa y la dedicación al comercio que caracterizan al burgués. El comercio y las ciudades florecían allí donde las clases medias colaboraban en la dirección de la economía y la política. Cuando por el contrario, participaban escasamente en esa dirección, y cuando sus propios intereses las alejaban de las actividades empresariales, la situación repercutía gravemente en la vida económica. Esto fue lo que ocurrió en gran parte de Europa central y meridional.
En España la burguesía urbana desempeñaba un papel importante en los puertos de mar, en Barcelona, Valencia, Sevilla y el País Vasco; pero su función en las ciudades del interior fue perdiendo importancia en el transcurso del siglo XVI.
Bibliografía:
Un siglo de Hierro: cambio social en Europa, 1550-1660. Henry Kamen. Madrid: Alianza Editorial, 1982.
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Movilidad social: Ricos y pobres en la época del Renacimiento. J. Delumeau.
Ordenes, estamentos y clases: coloquio de historia social Saint-Cloud, 24-25 de mayo de 1967 / ponencias recogidas por D.Roche; presentadas por C.E. Labrousse. Madrid: Siglo Veintiuno, 1978.
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Familia y matrimonio en la España del siglo XVIII [Recurso electrónico]: ordenamiento jurídico y situación real de las mujeres a través de la documentación notarial / María Ángeles Ortego Agustín; dirigida por Gloria Franco Rubio. Madrid: Universidad Complutense de Madrid, Servicio de Publicaciones, [2003].
Amor, matrimonio y familia: la construcción histórica de la familia moderna / Isabel Morant Deusa, Mónica Bolufer Peruga. Madrid: Síntesis, D.L. 1998.
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Análisis de redes sociales e historia [Recurso electrónico]: Una metodología para el estudio de redes clientelares / María Isabel Sánchez Balmaseda; [director(es):] Lucila González Pazos.
Marta Fúster Fernández
Esta memoria está bastante bien.
ResponderEliminarAtentamente,