jueves, 28 de enero de 2010

Memoria de la visita a la Fundación Carlos de Amberes

TIEMPO DE PACES


La Pax Hispánica y la Tregua de los Doce Años


El 9 de abril de 1609 se firmó en Amberes la Tregua De Los Doce Años (1609 – 1621) entre la Monarquía de Felipe III, los archiduques y la República holandesa que supuso un significativo paréntesis en la Guerra De Flandes (1567 – 1648), proceso de separación de la Diecisiete Provincias entre las que se mantuvieron leales a la Casa de Austria y las que acabaron articulando su independencia en un régimen confederal y republicano. Se procederá a analizar este periodo esencial de la historia situándolo en el contexto de una política de paces que marca de manera singular los años 1598 – 1618 hasta el inicio de la Guerra de los Treinta Años y la posterior reanudación de las hostilidades en los Países Bajos a partir de 1621.

Este reiterado y comprometido esfuerzo por pacificar los conflictos, alcanzar acuerdos estables con otros príncipes y repúblicas primando a menudo la política sobre la religión, y reducir los compromisos bélicos para tratar de sanear la situación económica presentando una imagen más conciliadora y protectora, conforman el reinado de Felipe III y el valimiento del Duque de Lerma. Pero esta Pax Hispánica no hubiera sido posible sin la participación de otros soberanos, como Enrique IV de Francia, Jacobo I Estuardo, los archiduques Alberto e Isabel Clara Eugenia, o papas como Clemente VIII y Pablo V, y de ahí, la importancia de presentar la tregua en el contexto de la política europea.

Puede resultar muy estimulante una reflexión sobre este “tiempo de paces” en el que la política supo poner freno al fanatismo religioso, en el que la búsqueda y la conservación de la paz se estimó como el objetivo primordial, en el que se trató de construir unas relaciones más estables y prósperas, y se puso fin por un tiempo la dinámica bélica del siglo XVI. Las guerras no cesaron pero si su intensidad y repercusiones. Los conflictos se llevaron al terreno de la militancia confesional, la propaganda y la rivalidad diplomática, y se oyeron voces que abogaban por la tolerancia, la convivencia pacífica y las libertades.

La Revuelta de los Países Bajos (1559 – 1597)

De Cateu-Cambrésis a Vervins


Tras la abdicación de Carlos V y la Paz de Cateu-Cambrésis (1559), las Diecisiete Provincias quedan incorporadas a la nueva Monarquía Católica de Felipe II. Las reformas institucionales y fiscales chocan contra los privilegios de un territorio muy fragmentado, y la persecución del protestantismo provoca un movimiento de resistencia que propiciará la revuelta iconoclasta. La severa represión contra los rebeldes genera el discurso de la tiranía que nutre la leyenda negra antiespañola, y la falta de recursos financieros para costear el ejército de Flandes ocasiona motines y el saqueo de Amberes. La alternativa a esta “ocupación extranjera” se concreta en la Pacificación de Gante (1576) y el Edicto Perpetuo (1577); el espíritu de este acuerdo se aprecia en el debate de la solución al conflicto político (lealtad, privilegios, libertades y soberanía) entre las Diecisiete Provincias y el monarca católico.

Se articulan dos bandos, las uniones de Arrás y de Utrecht, en los que se van alineando unas provincias católicas al sur y otras bajo liderazgo protestante al norte. Tras la abjuración de Felipe II y el fracaso de un modelo de soberanía electiva, los Estados Generales optan por un régimen republicano. Farnesio emprende la pacificación del territorio combinando el uso de la fuerza y una política de reconciliación que culmina con la recuperación de Amberes en 1585. Este avance se ve frenado por la Gran Armada de 1588 y la intervención en las guerras de religión en Francia.


La Pax Hispánica en el contexto europeo (1598 – 1617)


Estrategias de pacificación y recuperación


La paz con Francia era uno de los pilares básicos de la Pax Hispánica, y por ello los tratados de Vervins (1598) y Lyon (1601) se verán confirmados con los dobles matrimonios de 1615. La nueva estrategia de pacificación de los Países Bajos incluye la cesión de la soberanía de las Diecisiete Provincias y el Franco Condado como dote de la infanta Isabel. Los archiduques construirán una nueva relación con sus súbditos, reforzarán el avance de la reforma católica y mantendrán intactos los intereses matrimoniales de la Casa de Austria. Además, el soberano de la nueva Gran Bretaña Jacobo Estuardo, favorece el entendimiento hispano-inglés en la Paz de Londres (1604). Aunque se refuerza el aislamiento de los holandeses, Francia y Gran Bretaña serán garantes de cualquier futuro acuerdo de paz entre ambas partes.

En 1609 Hugo Grocio publica su discurso De la libertad de los mares, defendiendo los principios esenciales del derecho público internacional basados en la Escuela de Salamanca, que atañen a la libre circulación de bienes y personas, y critican el monopolio ibérico sobre el dominio de los mares y el tráfico internacional. La toma de Ostende (1604) y las campañas en Frisia (1605 – 1606) fuerzan la apertura de negociaciones. El ataque frente a Gibraltar contra la escuadra española destinada al control del estrecho obliga a ampliar los límites del alto al fuego a los mares.




La Tregua de los Doce Años (1609 – 1621)

El desgaste entre los contendientes favorece un alto el fuego en 1607 y el inicio formal de negociaciones en La Haya. De un posible tratado de paz definitivo se va retrocediendo hasta un acuerdo de mínimos: la Tregua de los Doce Años (1609 – 1621). Se debate sobre la solución constitucional al conflicto político, el comercio con los territorios de la Monarquía en Europa y en las Indias, la libertad de culto y la tolerancia religiosa, o la navegación en el Escalda. Ningún otro conflicto será tan prolífico en instrumentos de propaganda, repercusión mediática e implicaciones internacionales como la Revuelta de los Países Bajos, su represión y la construcción de la nueva identidad republicana holandesa.

En 1616 Felipe III es jurado como sucesor natural de los archiduques, que carecían de descendencia directa. El balance entre beneficios y costes de la Pax Hispánica empezaba a pasar factura por el impacto de las mercancías extranjeras sobre las producciones españolas, la expansión colonial en los dominios indianos, el progresivo ascendiente político de los reputacionistas contrarios a las concesiones hechas en los acuerdos con herejes, infieles y rebeldes. La República holandesa también se hallaba dividida entre los partidarios de la paz y los que se beneficiaban del enfrentamiento con la monarquía española. El conflicto cesará por fin con la Paz de Münster (1648), que reconoce formalmente la independencia holandesa.
Andrés F. Cortés Medina.

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